31 octubre 2007

Capitulo 10 “Invitación”

Unos días después de la turbulenta conversación y de la posible mala impresión que pudiera haber tenido de mí, volví a llamar.

Esta vez no quise hablar del pasado, quería hablar del futuro en el presente.

Hable con ella con tono tímido y ella me trato con una dulzura enorme.

Hablamos de cosas sin sentido, hablamos de gustos, hablamos de anécdotas, reímos, bromeamos, y sin darnos cuenta hablamos más de una hora.

Sentía alivio, era agradable tener una charla desinteresada y amena, era agradable no hablar de nada y a la vez llenar mucho.

Casi sin reflexionar le pregunte si quería encontrarse conmigo a almorzar o cenar y ella casi sin dudarlo acepto.

La gran cita era al otro día por la noche y mis nervios revivieron ni bien corte el teléfono.

Hace años que no tenia una “cita” que decir? De que hablar? Quedaría muy desubicado halagarla?

Pero decidí no pensar en esas cosas que me traían agotamiento mental.

Había un solo detalle más por cubrir, que ponerme, como vestir, no sabía si ir muy formal o vestirme más cómodo…..pero no importa, ya lo sabré.

El pase a buscar por la casa a las 20 hs el cielo estaba negro pero las estrellas brillaban presagiando una velada fantástica y como había llovido esa tarde un olor a rocío inundaba la ciudad.

Fuimos a comer a un lugar al que no asistía hace eternidades. Sin darme cuenta llegue a la puerta de un restaurante, pero no cualquiera, fue en el que conocí a Sofía.

Entre tímidamente para ver si no había nadie que me reconociera, no tenia vergüenza de ella, pero si de la situación.

No sentamos en una mesa cercana a la ventana, se podía ver las calles todavía mojadas, los charcos en el costado de las veredas, se podía ver parejas felices bajo un mismo paraguas con la intención de sentirse románticos ya que ya no llovía.

Tuvimos una cena tranquila pero esta vez no hablamos demasiado, las miradas tomaron un juego mucho más peligroso y divertido, le miraba queriéndole leer el pensamiento y ella sonreía queriendo enamorarme.

Nuestros pies se rozaban de forma casual, hasta que la casualidad ya no tenía nada que ver, pero no quería tocarle la mano, no quería acariciar su antebrazo, no me animaba.

La noche termino cuando le deje en la puerta de su casa, y antes de darme un besos tierno en al mejilla me dijo que la próxima vez íbamos a cenar en su casa.

1 comentario:

Lucila dijo...

Cada vez mejorrrr, ahora la tristeza está dando lugar al amor, al sentimiento mas puro, a esos nervios y ese no se que, que te hace sentir tan bien por unos instantess, y que despues te avergonzass, pero que lindas cosas, deciem si no dan ganas de sentirlas, si uno no quiere por lo menos sentir ese sonrojo de los cachetes, o bajar la mirada cuando vez q te esta mirando de esa manera que te gusta, y te da vergüenza a la vez.
Hay nene, ahora viene la parte mas linda, la parte donde las heridas se alivianan para solo dejar la cicatriz en el corazón, esa cicatriz que siempre recordará lo que viviste y te ayuda a seguirr, porq implica q Sofía siempre va a estar presente, a pesar de todo.